Yayoi Kusama nació en Matsumoto (Japón) en 1929 y está considerada una de las artistas contemporáneas más importantes de su país. Aunque muchos la etiquetan como una figura exclusiva del arte pop, lo cierto es que su obra se mueve también entre lo conceptual, el surrealismo y el expresionismo. A lo largo de su dilatada carrera ha practicado la pintura, la fotografía, la escultura, la literatura, las instalaciones y los happenings –obras en las que el espectador participa-.
Yayoi se unió en 1957 a la oleada de artistas japoneses que decidieron abandonar el país entre los años 50 y primeros 60, instalándose primero en Seattle y desde junio de 1958 en Nueva York. Aquí entraría en contacto con la vanguardia artística de la ciudad, entre la que se encontraba el célebre Andy Warhol. Como obras destacadas de estos primeros años se encuentran en la exposición los cuadros de redes infinitas, óleos casi monocromáticos en color blanco con multitud de pequeños golpes de pincel.
De los 60 destacan sus esculturas acumulativas, muebles y ropa que la artista transformó añadiéndoles formas fálicas de tela cosida rellena, y otros objetos cotidianos como zapatos, maletines y peines que recubría con macarrones y pintura dorada y plateada. También queda recogida en la exposición su faceta como creadora de happenings, gracias a una grabación de la época que se proyecta en una de las salas.
Yayoi volvió a Japón en 1973 tras la muerte de su gran amigo y padrino Joseph Cornell. Intentó levantar varios negocios relacionados con el arte que no fructificaron y finalmente en 1977 tras sufrir varias alucinaciones y ataques de pánico se internó de forma voluntaria en una institución psiquiátrica, en la que sigue actualmente.
En mi primera visita no pude completar el recorrido de la exposición por acercarse la hora de cierre del museo, así que decidí volver pocos días después. Quién me iba a decir que me enamoraría completamente de esta anciana artista precisamente en las últimas salas de la exposición -las que no había podido ver- que recogen su obra de los últimos años, sobre todo de 2009 y 2010.
La última etapa de la producción de Yayoi Kusama es una obra vibrante, luminosa y llena de fuerza. Creo que incluso el menos entendido en arte queda impresionado por la explosión de colores y formas de sus últimas creaciones. Y más aún si tenemos en cuenta, como os he dicho, que se trata de una artista octogenaria que se encuentra recluida en un psiquiátrico.
También me impresionó gratamente su Infinity room, creada especialmente para esta exposición, una habitación con espejos y luces de colores en las que el espectador apenas es capaz de distinguir las dimensiones del espacio debido a los infinitos reflejos que proporcionan unos espejos sobre los otros.
La exposición de Yayoi Kusama estará en el Reina Sofía hasta el 12 de septiembre. Si tenéis ocasión no os la perdáis porque además es gratuita si visitáis el museo de lunes a viernes de 19 a 21, sábados de 14:30 a 21 y domingos de 10 a 14.
6 comentarios:
Tiene muy buena pinta!!! No sé si podré acercarme a verla!!!!
La vi anunciar hace unos días y me llamó mucho la atención.Gracias por acercarnos a ella a los que nos queda lejos. Por cierto, juraría que estaba suscrita a tu blog... ya me extrañaba no recibir nada. Ahora sí, estaré pendiente de lo que escribes.
Pues no me importaría ir, aunque no sé si iré a Madrid para entonces.
parece que es una exposición genial, es una pena que me quede tan lejos y es que en estos momentos no tengo tiempo para poder ir hasta Madrid
Yo la he visto y la recomiendo 100%. Se observa perfectamente su trayectoria a lo largo del tiempo. Se percibe la adaptacion de la artista al entorno en el que se encontraba en cada momento (sobre todo en los 60-70, en la epoca Hippie). Sus ultimas obras encandilan nada mas entrar en la sala. La recomiendo. Un saludo
¡Muy interesante! No conocía a esta artista, indagaré más sobre ella en la red ;-)
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