6 de agosto de 2010

Secretos, mentiras y perrunillas

Al despertarme hoy en mi cuarto en Badajoz no he podido evitar una mueca de sorpresa hasta que he reconocido el sitio. Después una tímida sonrisilla de satisfacción ha aparecido en mi cara. Es muy difícil describir lo que se siente al volver a tu casa, la de siempre, cuando tu vida transcurre ya en otra ciudad a cientos de kilómetros de distancia y amaneces entre tus cuatro paredes rodeado de tus recuerdos. Es una mezcla de confianza, familiaridad y confort que sólo se experimenta cuando sabes que estás en tus dominios. Y es uno de esos pequeños instantes en que sabes que te han merecido la pena las 5 horas aburridísimas de autobús, aunque hayas hecho el mismo viaje cientos de veces y conozcas de memoria cada piedra y vaca del camino.

Mientras desayunaba unas perrunillas -un dulce típico de Extremadura- pensaba en lo importante que es para todo el mundo sentir el calor de los suyos de vez en cuando. Y a mí me hacía falta desde hace mucho tiempo. Siempre se dice que uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Yo en cierta medida los perdí, por eso los valoro más, aunque ellos quizá no sean conscientes. No suelo estar aquí en los cumpleaños, ni en las improvisadas barbacoas, ni cuando se rompe el aire acondicionado y se pasan 2 días haciendo bíceps con los abanicos o cuando mis perros deciden emular a los personajes de la saga Crepúsculo y terminan en urgencias del veterinario.

Lo tengo asumido: me he perdido, me pierdo y me perderé mil momentos familiares que nunca volverán. Los álbumes cada vez tendrán menos fotos de mí y este sentimiento tan raro de llegar a casa y ver que la vida aquí cuando tu no estás transcurre igual o más rápida, irá en aumento. Pero como diría mi abuela "el que algo quiere algo le cuesta". Cierto. Y yo me fui porque quería algo que no podía tener aquí. Espero que no se me olvide nunca. En cualquier caso últimamente estoy sintiendo en Madrid que tanto sacrificio me está empezando a merecer más la pena. Aunque espero que algún día el universo se alinee a mi favor o que Esperanza Gracia me diga que soy el horóscopo de la semana y me caigan dones celestiales a diestro y siniestro como premio.

Y es que la familia es imprescindible y necesaria como el aire, por mucho que a veces discutamos, nos reprochemos cosas o simplemente nos jodamos la existencia. Porque ya sabéis que el roce hace el cariño, pero también escoceduras; y donde hay confianza da asco y posiblemente, a veces, también huela mal. En cualquier caso en mi familia nunca han durado mucho los malos rollos. No es que lo hablemos todo y lleguemos a un acuerdo, es que creo que por regla general nos merece más la pena correr un (es)tupido velo y no perder tanto el tiempo.

Y así estaba yo, con mi perrunilla, cuando me ha venido a la cabeza una película de Mike Leigh de 1996: Secretos y mentiras. Un drama familiar con tintes tragicómicos ambientado en Londres en torno a una familia desestructurada, distanciada por la falta de comunicación. La historia gira en torno a Cintia Purley, una mujer madura de clase baja que trabaja en una fábrica y vive en un barrio obrero en una casa adosada que se le cae a pedazos; y a Hortense Cumberbatch, una joven optometrista negra que tras la muerte de su madre adoptiva emprende una dolorosa búsqueda de su familia biológica.

Al margen de estas dos mujeres -unidas sin saberlo por un oscuro secreto guardado durante años por Cintia- gira una familia destruida por los engaños, la falta de diálogo, los miedos y las frustraciones personales. Cuando vi la peli hace más de 10 años no pude evitar identificarme con todos los personajes, en diferentes momentos, y ver reflejada a mi familia en la trama pese a las grandísimas distancias entre ambas historias. Ni mucho menos llegamos a los extremos de los Purley, pero como es lógico, en todos los sitios cuecen habas. Y en mi casa también.

Secretos y mentiras termina con la aceptación de las virtudes, defectos y errores de los otros personajes. Asumiendo cada uno su parte de culpa y comenzando una nueva etapa más sincera, liberadora, y sobre todo cargada de esperanzas y buenas intenciones. Por ese momento pasamos nosotros también, aunque no nos diéramos cuenta. Y los abismos que una vez hubo se quedaron en pequeños baches mucho más fáciles de evitar. Hablando se entiende la gente. Qué ciertos son los refranes y que sabia era mi abuela. Y qué ricas están las perrunillas de mi madre.
viernes, agosto 06, 2010

19 comentarios:

Una peli que me encantó y que aún recuerdo con mucho cariño. Es más, algún día de estos volveré a verla, porque es de esas películas que da para más de un visionado. Besitos mil!

Ostras, pues ya tengo peli para este fin de semana. Tiene muy buena pinta.
Ya sabes que estas invitado a sentarte a disfrutar de mis paisajes cuando quieras, eh?? Saludos

Piscina, chinchón, sidra, pipas, billar, rellenitos, donus (que no donut), barbacoas, brindis navideños, fotos y fotos malas, videos, 'estoy superfeliz', bufandas, bikinis modernos, siestas, natillas, cosas rotas, videoconsolas, risas, Chuckie y Conan, corre que te corre, Portugal, café, tarta, estanterías de Cds...

'Qué ciertos son los refranes y que sabía era mi abuela'.. Cuán cierto es.

Me ha gustado mucho tu entrada de hoy. He podido estar, sin ir, en tu cuarto y con tu fsmilia. Disfruta de estos días y guárdalos bien para la vuelta...
Besos
CLARA

Es muy buena esta película y entretenida.

Pues no te falta razón en esta entrada. Te lo dice uno recién emancipado que de vez en cuando pasa por casa y está más perdido que el barco del arroz. Por cierto buena película y mejores perrunillas. Un abrazo

Yo era antes actriz de teatrillo, y teníamos un colega que, al volver al pueblo después de un "bolo" y ver la estatua que hay en el monte (en todos los pueblos hay un monte con una estatua), decía: "¿Os imagináis que un día volvemos y el pueblo ha desaperecido?" El monumento ha perdido un par de veces la cabeza a causa de las tormentas y ahora lleva un pararrayos en la chepa, yo dejé el mundo de la farándula hace ni se sabe...
Pero, aún así, cada vez que regreso de un viaje y veo la silueta del coloso de piedra, me acuerdo de aquellas palabras y respiro aliviada.
¡Sigue ahí!

Ayy...los refranes amigo...cuanta sabiduría ocultan, y a menudo, que poco caso les hacemos ¿verdad? :)
Felicidades por el blog!!! Es muy dinámico y creativo, pocas veces se ve tal mezcla de fantasia y realidad :) Te dejo un abrazo más que enorme!!! Y mucha suerte en el concurso!!!Te sigo de cerquita :)
Favole

Me ha gustado mucho esta entrada de hoy :-) sigue asi que seguro que lo consigues

Buenas, te felicito por la entrada. Me ha gustado mucho y sobre todo la manera que has tenido a la hora de expresar esos sentimientos que todos guardamos en ese hueco del corazón que por nombre etiquetamos "recuerdos para toda la vida" todas las familias tienen cosas, unas mas otras menos, pero todas son especiales, porque todas tienen algo que las hacen ser así. Ahora disfruta de la tierra que te vió crecer y de todo que le rodea que hace sacarte una sonrisa. Y que cuando vuelvas a Madrid alcances eso que tanto deseas. Por muchos tiempo que pase lejos de tu gente, por muchas reuniones familiares que no puedas asisitir, piensa que es tu familia y jamás te echarán en cara nada, si no al contrario siempre estarán ahí para apoyarte por el bien que tu escogiste. La felicidad es lo primero. Un abrazo!!

Yo aunque soy y vivo en Granada, conozco las perrunillas que nos traía mi tía de Cilleros. Me ha gustado mucho tu entrada porque redactas muy bien y consigues que el lector entre un ratito en tu vida de forma muy fluida. Disfruta de tu familia. Un saludo.

¿Qué es ese algo que no podías tener en badajoz? Es que me pica la curiosidad. Vale, la curiosidad mató al gato, pero como yo soy huevo...
Por cierto, la entrada en tu linea, una mierder. Que noooooo loco, como siempre muy bien redactado. Haces de lo cotidiano algo interesante (y no es fácil). Sigue así.

Agradezco tu visita a mi rincón, porque eso me ha permitido conocer éste. Si no te importa, me quedo por aquí.

Saludos.

soy yo! a la carol! que si no llega a venir pa ca no me hubiera tenido, jejejeje...me encanta leer cada una de tus entradas, te repito quiero ser la primera en tener tu libro firmado!!!
Y tu abuela, como todas las abuelas, tenia mas razon que un santo, jejeje, por cierto, quiero vver la peli asi que si te hace quedamos un dia y nos la vemos con unos sandeivid de compañia, un besote

genial me encanto tu blog, te sigo y te invito a seguirme en historiasdelbus,
saludos con cariño de méxico
un beso

La sensación de volver a casa es uno de los pocos placeres que tenemos los que vivimos fuera (con respecto a casa, quiero decir, que también tenemos placeres donde quiera que estemos). Yo a veces también me pregunto qué demonios hago perdiéndome tanto de mi familia, pero vaya como presta entonces cuando volvemos.
Felicidades por las votaciones! Y subiendo! :)

¡Cuán imprevisibles son las reflexiones que suscita una rica perrunilla!

Un saludo

Dicen que en todas las familias se cuecen habas y en la mia carretadas. Es ley de vida, pero es mucha la alegria que te da el volver al nido familiar...nos pasa a todos .
Un beso y ánimo con lo de los blogs, espero que ganes, tu blog vale mucho.
Wersemei

Qué ternura transmitís en tus palabras, nos ha emocionado este relato por lo real y verdadero: cómo se extrañan los afectos, pero cuánto más se los valora! Es la LEY de la COMPENSACIÓN, que existe. O dicho de otra manera, todo tiene sus PRO y sus CONTRA.

Claro que los refranes son absolutamente sabiduría popular. Para cada situación hay un refrán adecuado.

Abrazos!

Publicar un comentario